Prensa menosprecia a los padres puertorriqueños


viernes 25 de junio de 1999
Les saludo cordialmente, este pasado martes 22 de junio, envié la carta que adjunto a el periódico El Nuevo Día con la esperanza de que la misma sea publicada. La misma surge del grado de indignación que sentí a concecuencia de las primeras planas de dos principales rotativos del país este pasado Día de los Padres, junio 20 de 1999. Me encuentro en la mejor disposición de participar y cooperar en todo lo posible para mí. Me encuentro viviendo un caso insólito, para mí, en cuanto a mi lucha por ser reconocido como padre de mi hijo menor en el aspecto emocional.
Eduardo A. Cuyar

Lo que vale un padre divorciado

Este pasado día de los padres fue uno de doble celebración para este quien les suscribe. No sólo celebré el día de los padres sino que mi amado hijo cumplió nueve años de nacido en ese día también. Hace nueve años viví uno de los más hermosos momentos de vida, una de las más grandes bendiciones que nuestro Padre amado me haya otorgado. Presencié el alumbramiento de mi hijo Eduardo Miguel. Engendrado por su señora madre y yo en un momento de inmesurable amor entre nosotros que dejó de ser, desafortunadamente, para nuestro hijo. En este pasado día de los padres, también, en contraste a la celebración y alegría que me abundaban, me topé con dos desacertadas primeras planas periodísticas que me desconcertaron.
En especifico las de los rotativos El Nuevo Día y “The San Juan Star”. La de El Nuevo Día; “46% de bebés nacen fuera del matrimonio” y la del “The San Juan Star” (en letras más pequeñas, pero de igual modo en primera plana); ‘Deadbeat dads in P.R. number 43,217”. Estas constituyeron para mí, unos reportajes que, si bien acertados fueron, pudieron ser publicados en otro momento. El primero, implícitamente, se podría interpretar como que “el 46% de los bebés carecen de padres” y el último “directo al grano”, ataca a los padres irresponsables. Si bien es cierto que existe un considerable número de padres incumplidores de la ley y órdenes de un Tribunal, que no acatan fielmente con su obligación en cuanto a la pensión alimentaria; ¿porque no dejar esos titulares para otro momento? ¿Porque resaltar un aspecto negativo en cuanto a la paternidad en ese día tan especial para nosotros los padres puertorriqueños?. Fue, implícitamente, un menosprecio en general. Esos reportajes, acertados como fueron, pudieron ser impresos en otro momento, no el domingo día de los Padres
. Hubiese opinado o criticado de igual modo si el día de las Madres se hubiese publicado un artículo sobre el considerable número de madres custodias que interfieren o impiden, contínua u ocasionalmente, con las relaciones paterno-filiales establecidas y ordenadas por los Tribunales, otra realidad en este país, que no es reconocida, se obvia o no se le da la misma importancia que a la falta de pagos por la pensión alimentaria. No hubiese sido propio publicarles un titular así a las Madres en su día. O tan siquiera publicar, como específicamente hizo El Nuevo Día, un artículo sobre una madre que cría a su hijo sin la presencia de su padre (“Cuesta arriba criar un hijo sóla”, por la reportera Yadira Valdivia, pág. 8, END, 20 de junio de 1999). Me reitero nuevamente, reconozco la realidad de dichas noticias más sin embargo, de igual modo, considero complétamente desacertadas las mismas ese domingo en particular, más aún como noticias de primera plana.
Ambas, el pago de pensión alimentaria y relaciones paterno-filiales, son órdenes de un Honorable Tribunal, al momento de disolver un matrimonio. Ambas, órdenes al fin, “supuestamente” con el mismo peso de la ley y consecuencias de no ser acatadas, acarrean un desacato a la parte no cumplidora. No empece, no se ve “simpático” o razonable encarcelar a una madre por desobedecer una orden de un Tribunal en cuanto a unas relaciones paterno-filiales establecidas, más sin embargo se “castra” a un padre si éste no paga la pensión alimentaria ordenada. Vivimos una realidad triste en este país. No se ve en algunas ocasiones, o se mide con la misma vara, las faltas a las primeramente mencionadas órdenes en comparación a las últimas. Se ve mal o justificablemente castigable con encarcelamiento el que un padre no cumpla con su obligación en cuanto al sostenimiento económico de sus hijos. Se le encarcela inmediatamente, en la mayoría de los casos, de éste no proveer dicha pensión o hasta que lo haga. Más sin embargo, si una madre no cumple, interfiere, impide o pone trabas a las relaciones paterno-filiales, órdenes por un Tribunal de igual modo, en la mayoría de los casos se ignora o justifica prácticamente con cualquier excusa. ¿Es que acaso podemos decir que el bienestar emocional versus el bienestar económico, o pensión alimentaria, tiene uno mayor peso o importancia que el otro? No. Para la mayoría de nosotros los padres divorciados no existe diferencia alguna. Para un gran número nuestro y madres también, uno complementa al otro. No así,desafortunadamente, para algunas madres custodias que acuden continuamente al tribunal y reconocen al progenitor de sus hijos sólo y exclusivamente para el sostenimiento económico de estos últimos mientras continuamente ponen trabas u objeciones a las relaciones paterno-filiales de estos con sus padres, sin concecuencias considerables para ellas. En la mayoría de los casos anteriores se ve el padre en la posición de “probarle” al tribunal su capacidad como buen padre. Se nos considera inicialmente en algunos casos, “culpables” o “malos padres” o insuficientemente capacitados al momento de otorgar relaciones paterno-filiales o patria potestad compartida cuando una madre custodia así reclama u objeta a las mismas y se nos despacha con unas relaciones paterno-filiales de fines de semana alternos nada más.
Hay casos donde ni tan siquiera se otorga tiempo adicional alguno como lo serían vacaciones de navidad o verano. Es, la situación nuestra, una de presunción de “culpabilidad” o incapacidad en cuanto a ser padres emocionalmente responsables o capaces de contribuir a la crianza de nuestros hijos o poder compartir con ellos. Nuestros no pueden prescindir de nuestra aportación económica más sí sin nuestra aportación en cuanto a su bienestar emocional o crianza. Esta última no se le da el mismo valor o peso por nuestra sociedad y los hijos del divorcio pueden vivir sin ella. ¿Es que acaso por ser nosotros hombres no podemos amar, necesitar y/o hacernos falta nuestros hijos posterior a un divorcio? ¿Que por ser hombres debemos ser emocionalmente fuertes y aceptar nuestro nuevo rol de “papas de domingo” y exclusivamente convertirnos y ser reconocidos primariamente como proveedores? ¿Es que acaso como padres divorciados sólo valemos para nuestra sociedad la pensión que podamos pagar?

Eduardo A. Cuyar Juan